Por Rodolfo “Manino” Iriart
¿Cómo podemos prepararnos desde el presente para pensar y diagramar el futuro estratégicamente, sin acciones aisladas y esporádicas? ¿Cómo llegaremos a la ciudad que soñamos?
En el año 2015 los países de las Naciones Unidas llegaron al acuerdo de la “triple promesa” donde se logró consensuar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Agenda de Acción de Addis Abeba sobre la financiación para el Desarrollo y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Cuando hablamos de la Agenda 2030, hacemos referencia al acuerdo global más ambicioso en materia de desarrollo. La Agenda implica un compromiso común y universal, donde además de poner fin a la pobreza en el mundo, los ODS incluyen, entre otros puntos, erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso al agua y la energía; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz y facilitar el acceso a la justicia.
Por su parte, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Resolución 69/313, impulsó la Agenda de Acción de Addis Abeba sobre la financiación del Desarrollo. Se convirtió en un acuerdo histórico que contiene más de cien medidas concretas que contemplan acuerdos sobre ciencia, tecnología, innovaciones y comercio.
En el punto N° 15 de dicha resolución, se destaca la crucial importancia que tiene el desarrollo industrial de los países de renta media y baja, en cuanto fuente decisiva de crecimiento económico, diversificación de la economía y creación de valor añadido. Y llama a invertir en la promoción de un desarrollo industrial inclusivo y sostenible.
El Acuerdo de París se convirtió en el Tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante y tiene como objetivo principal limitar el calentamiento global.
El Secretario General de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), Mukhisa Kituyi, señaló que estos acuerdos ofrecen colectivamente un plan de magnitud verdaderamente histórica sobre cómo deberían ser nuestras sociedades, nuestras economías y nuestro medio ambiente en el mundo de 2030.
Cabe resaltar que el objetivo N ° 11 de los ODS es lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Esto no puede conseguirse sin la consolidación de asociaciones sólidas y de cooperación.
Los desafíos más urgentes que enfrentan nuestras comunidades es erradicar de manera progresiva las asimetrías estructurales de la desigualdad, con la generación de mayores facilidades para aquel que decida invertir su capital para la creación de empleo digno; y también lograr el fortalecimiento del poder adquisitivo para el trabajador en relación de dependencia, remoto y autónomo.
En el trabajo mancomunado de los bancos regionales de desarrollo “Ciudades Sostenibles con perspectivas regionales (2019)” se resalta que la población urbana creció rápidamente pasando de 751 millones en 1950 a 4.200 millones en 2018 y se estima que aumentará a 6.700 millones en 2050. Al mismo tiempo con el aumento de la población, también está cambiando la geografía urbana de nuestras ciudades.
Si bien la mayoría de los principales centros económicos están situados actualmente en las economías avanzadas, el gravicentro de la productividad urbana se está desplazando hacia los países emergentes y en desarrollo.
Estos centros de actividad económica exhiben diversos perfiles demográficos, los cuales han registrado cambios en la proporción de sus poblaciones jóvenes y de personas de edad avanzada. La mayoría de los países en desarrollo tenemos por delante un doble desafío: proveer a los adultos mayores que envejecen y crear empleos de buena calidad y adecuadamente remunerados para nuestros jóvenes
Mar del Plata supera los 700.000 habitantes y va en firme camino al millón. La ONU cataloga estas ciudades como “intermedias” y predice que la nuestra superará el millón de habitantes en los próximos 20 años.
En la undécima edición del Foro Urbano Mundial, que se llevó acabo el mes de junio en Polonia, dejó como síntesis las ” Acciones Declaradas de Katowice” que promueven la necesidad de acelerar los logros y el cumplimiento de los ODS
Para que un programa de desarrollo humano y económico se cumpla satisfactoriamente es necesario construir sinergias locales que tengan como punto neurálgico al progreso económico y bienestar de nuestra comunidad local. Esto implica ponerse de acuerdo en la visión a corto y mediano plazo, pese a las naturales discrepancias que existan entre las distintas fuerzas políticas municipales, provinciales o nacionales. Los principales perjudicados y rehenes de las grietas políticas son los empresarios, los trabajadores y aquellos que aún no lo tienen.
Pese a las dificultades que existen en la actualidad, hay diagnósticos claros de los organismos internacionales, del trabajo por delante de las autoridades locales, regionales y nacionales, donde el eje central debe estar puesto en la planificación estratégica, resiliente e inclusiva. Tomando las experiencias positivas del mundo donde han tomado los debidos recaudos y funcionan esas recetas a la perfección.
¿Esperamos que alguien nos saque las vendas de los ojos para accionar o podremos hacerlo nosotros mismos?